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IA: inteligencia artificial

La inteligencia artificial es una de las disciplinas que más interés ha generado en los últimos años, no solo en campos relacionados con la tecnología, sino también en otras como la salud, las finanzas o los deportes. Cada vez más presente en nuestra vida cotidiana, la IA es presente y futuro dentro del mercado laboral. Pero, ¿realmente sabes en qué consiste? ¡Te lo desciframos!

Puede que todavía haya a quien la inteligencia artificial o IA (Artificial Intelligence o AI en inglés) le suene a peli de ciencia ficción. Pero la realidad es que la IA se cuela en nuestras vidas casi a cada minuto. Por ejemplo, cuando le preguntamos una dirección a Alexa, cuando Netflix nos sugiere una serie o cuando buscamos en Shazam el nombre de esa canción que está sonando. En todos esos momentos está actuando la inteligencia artificial.

Además de en nuestras casas, la IA está revolucionando sectores como las finanzas, la educación, la sanidad o el marketing digital. En este último, usar IA permite ir mucho más allá del análisis de datos: puedes extraer valor de esos datos para, entre otras muchas cosas, conocer mejor a sus usuarios y así optimizar sus experiencias, y también para segmentar audiencias y poder hacer campañas muy personalizadas. ¿Cómo se aplica la IA para provocar tal revolución? ¡Sigue leyendo!

Qué es la inteligencia artificial

La inteligencia artificial o IA es una amplia rama de la tecnología informática que introduce comportamientos de la lógica racional humana en máquinas: hace que las máquinas aprendan y respondan a ciertos estímulos por sí mismas, de forma muy similar a como lo hacemos las personas.

La IA se basa en la combinación de algoritmos que permite crear motores inteligentes que simulen procesos propios de la inteligencia humana: aprender, razonar y autocorregirse. Por lo tanto, podemos decir que la IA es una ciencia que engloba lo que conocemos como machine learning (aprendizaje automático) y deep learning (aprendizaje profundo).

Por un lado, el machine learning permite que los ordenadores aprendan por sí solos a través de la recopilación de grandes conjuntos de datos (big data); por otro, el deep learning va más allá porque se vale de esos datos para construir múltiples capas de abstracción que le permiten llegar a una conclusión superior, de forma parecida a como lo haría una mente humana.

Pero que no cunda el pánico porque, aunque Hollywood nos haya enseñado otra cosa, el fin de la IA no es reemplazar a los humanos, sino hacernos la vida mucho más fácil. Al mismo tiempo, las empresas mejoran su rendimiento y productividad, lo que las hace más competitivas: el uso de IA les ayuda en la toma de decisiones y les permite automatizar procesos o tareas que antes requerían mucho esfuerzo humano (o incluso la recopilación y análisis de datos a gran escala que un humano jamás podría hacer).

Tipos de inteligencia artificial

La IA puede clasificarse de muchas maneras pero, para este post, utilizaremos solo dos. En primer lugar, cabe prestar atención a la diferencia entre la IA estrecha, débil o ANI (Artificial Narrow Intelligence) y la IA general, fuerte o AGI (Artificial General Intelligence).

Por un lado, la ANI está diseñada y entrenada para realizar tareas específicas (p. ej., Siri), mientras que la AGI cuenta con habilidades cognitivas humanas generalizadas, ya que puede evaluar y detectar diferentes necesidades e incluso emociones para actuar correctamente en función de ellas.

La segunda clasificación que vamos a ver la realizó Arend Hintze, profesor de Biología Integrada y Ciencias de la Computación de la Universidad de Michigan, al establecer distintos tipos de IA según su nivel de complejidad.

Tecnología reactiva

La más simple y antigua, reproduce el comportamiento humano cuando es estimulada (de ahí su nombre). No tiene memoria, por lo que no aprende, sus respuestas están automatizadas.

Inteligencia artificial con memoria limitada

Como la anterior, pero con cierta capacidad de memoria, por lo que puede ‘aprender’ y tomar algunas decisiones a partir de las pequeñas bases de datos generadas por su historial de interacciones. Un ejemplo lo encontramos en los chatbots o en sistemas de reconocimiento facial.

Teoría de la mente o comprensión del pensamiento humano

Máquinas que pueden entender cómo funciona su entorno y aprender sobre la base de nuestros comportamientos, así como deducir cuáles son nuestras preferencias y necesidades y ajustar su propio comportamiento a estas. Se usa el término ‘teoría de la mente’ porque este tipo de máquinas pueden entender cómo pensamos y sentimos. Cuando este tipo de inteligencia esté desarrollado plenamente, será capaz de llevar a cabo una interacción social cada vez más cercana a la de un ser humano.

Inteligencia artificial con autoconciencia

Para llegar a hablar de este tipo, la máquina tendría que desarrollar una representación de sí misma, sería el nivel de desarrollo máximo que pudiese alcanzar la IA. Aunque esta clasificación reconozca este tipo de IA, aún no existe ningún tipo de IA con conciencia de sí misma y capaz de reconocerse como entidad independiente, así como de tomar sus propias decisiones.

Aplicaciones de la inteligencia artificial: para qué se usa

Aunque ya antes te hemos dado alguna pista, es hora de contarte con más detalle para qué se usa la IA. Su poder transformador hace que cada vez gane más espacio en todo tipo de sectores e industrias. Desde cuando abordamos cuestiones de ciberseguridad hasta en la gestión de la producción, la IA se impone en áreas como, por ejemplo:

  • Sanitaria y farmacéutica: la IA se aplica actualmente a todos los ámbitos de la salud, tanto en el descubrimiento de nuevos fármacos como a la hora de facilitar la atención clínica o mejorar la velocidad y la precisión del diagnóstico y la detección de enfermedades, entre otros.
  • Bancaria y finanzas: gracias a la IA, el sector bancario mejora los servicios a los clientes, aumentando la eficiencia en los procesos internos y reforzando la seguridad. Cabe destacar el uso de inteligencia artificial sobre todo en robo advisors, un tipo de asesor financiero que ofrece un servicio de gestión online de carteras de inversión mediante algoritmos.
  • Del automóvil y ensamblaje: la IA nos ofrece ayuda en la conducción guiándonos y alertándonos de posibles riesgos, hace posible que vehículos se conduzcan solos y, entre otras muchas otras cosas, facilita la fabricación (destaca el uso de robots colaborativos –cobots– y su papel en el pintado de los coches o en la soldadura de sus chasis).
  • Educativa: aplicar IA en educación puede estimular el aprendizaje personalizado y colaborativo, facilitar la docencia (p. ej., revisiones automáticas), monitorizar el rendimiento de los estudiantes o simplificar las tareas administrativas de una institución escolar, entre otros.
  • De recursos humanos: la IA permite gestionar datos de la empresa para, de manera automática, arrojar resultados relativos a la situación de diferentes aspectos o áreas, evaluar talento o productividad, y analizar conflictos. En lo relativo a la selección de personal, la IA puede contribuir en gran medida, por ejemplo, en la entrada y categorización de currículos.

Aplicaciones al marketing digital

Uno de los papeles más destacados que juega la IA es en el área del marketing digital, porque, además de estar presente en todas sus fases, nos puede ayudar a mejorar los resultados de cada una de ellas y optimizar estrategias. Apostar por IA puede suponer una gran ventaja competitiva para una empresa pero ¿cómo lo consigue? ¿Cómo se aplica la IA en el marketing digital?

  • A la hora de generar y ‘curar’ contenido / En email marketing: algunas herramientas permiten generar automáticamente contenidos a partir de una serie de datos e información muy básica. Además, te permiten ofrecer de manera automática un contenido personalizado para cada usuario. Algunas herramientas también generan copies de call to action o cuerpos de correo para ser empleados en email marketing.
  • A través de la publicidad programática: la IA permite hacer llegar cierta publicidad a usuarios realmente interesados en un contenido o producto concreto, consiguiendo por ello acciones de alto impacto: conversiones, notoriedad y eficiencia de la campaña publicitaria.
  • En la analítica predictiva: la IA nos permite valernos de resultados de analíticas para elaborar patrones de comportamiento en base a la huella digital de nuestros usuarios. Es decir, conocer sus necesidades antes de que surjan o, incluso, generarlas. Además, hay muchísimos tipos de analíticas con usos súper valiosos en marketing digital.
  • En chatbots: el avance de la IA ha sido clave para mejorar la atención al cliente en las más diversas áreas y sectores. A través de los chatbots, por ejemplo, se ofrece una atención continuada al usuario, que es atendido por una máquina como si fuese un humano. Esta interacción le permite conocer los comportamientos y necesidades del usuario, generando datos que pueden ser de mucho valor para la entidad o marca.
  • En diseño web y user experience (UX): la IA se vale de datos proporcionados por el usuario para diseñar webs, pero también está presente en una gran cantidad de dispositivos y sistemas, para que la experiencia de usuario sea cada vez más óptima y personalizada, es decir, ‘a la carta’.

¿Qué nuevos empleos genera la inteligencia artificial?

Como apuntamos antes, el objetivo de la IA no es suplir a los humanos ni tampoco sustituir trabajadores por máquinas, sino simplificar su trabajo, permitiéndoles centrarse en tareas propias de puestos de mayor valor añadido. Si algo está claro es que la máquina no puede aportar la creatividad y comunicación de una persona.

Por lo tanto, donde la IA abre puertas es donde hay que poner el foco: así vemos que los puestos que genera la IA y están más demandados son los relacionados con el desarrollo de negocio, la robótica, el internet de las cosas y la M2M (comunicación entre máquinas).

¿Entiendes ahora por qué decíamos que la IA no es algo del futuro, sino del presente? Porque, aunque aún tenga un largo recorrido, la revolución de la IA ha llegado para cambiar nuestras vidas, pero también nuestras formas de trabajar. La clave para sacarle el máximo partido no será mirarla con miedo o recelo, sino como lo que realmente es: una gran aliada para nuestro día a día.

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